My Work

Wednesday, January 18, 2006

NADA

Es medianoche.

En este momento estoy sintiendo en exceso y no sé siquiera cómo describirlo. No sé cómo expresarlo. Quisiera tener las palabras exactas, pero no las tengo. Creo que estos sentimientos están destinados a morir en mí, conmigo, a ser nonatos.

Éste es un intento inútil por tratar de expresar algo que no alcanzo a comprender. Y aún cuando pudiera no sé si querría hacerlo.

Las palabras son injustas, el lenguaje es ingrato. La vida gira a mi alrededor, baila con su disfraz de "oportunidad" y se burla de mí, pero no se detiene a mirarme. Me cede, sin embargo, el privilegio de recordar, de –¿"revivir" es el término?– atesorar. No sé incluso si deseo ese derecho. El tiempo humano es cómplice del dolor, me queda claro. Si no existiera ese "privilegio" no padeceríamos, no añoraríamos. No habría prisa, no habría promesas. No habría pasado ni futuro, pues tampoco habría expectativa. Sólo existiría este preciso minuto.
La inocencia propia de un instante. Creo que así se le podría llamar.

Quisiera pedirle a –¿Dios? ¿a la Vida? ¿al Destino?– ALGUIEN que me ayudara. Quisiera pedirle que me moviera, que me cambiara, que me borrara y me redibujara. Sé que no va a suceder, así que no me queda nada. En su lugar tengo un conocimiento claro, el único que tengo en este preciso instante: sólo tengo esto. ESTO. Pero este instante –carente de esa inocencia anhelada– está acompañado de estas palabras vacías, que sólo sirven para reproducirlas aquí y esperar a que, como todo, mueran a su debido tiempo, justo en el momento en el que tú las dejes de leer.

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